martes, 2 de agosto de 2011

Capítulo 6

Miraba la taza llena de té que tenía entre manos. Suspiré cansada, estos últimos días eran muy raros para mi gusto. Primero el sueño, luego Ángela y luego el de la mano negra... ¿Por qué era la única que le pasaba todo esto? Bebí en un sorbo el líquido amarillento del té, mientras trataba de despejar mis pensamientos.

- ¿Estas bien? 

Me sobresalte al escuchar la voz inconfundible de Claudio. Tosí por el susto (estaba por escupir la bebida), debería dejar de hacer eso o me dará un paro cardíaco algún día. Sentí como daba algunas palmadas en mi espalda, tratando de calmar mi tos.

- Perdona, no querías asustarte.- dijo mientras daba una sonrisa nerviosa.

- Cof, no te preocupes. - dije mientras volvía a beber un sorbo de mi té y suspirar - Pero a la próxima, avisa por favor o saluda como todo el mundo. - dijo mientras fruncía un poco el ceño mientras el de ojos plateados se sentaba delante de mí.

- Está bien, está bien. No volverá a ocurrir, lo prometo. - dijo mientras sonreía más aliviado.

- ¿Qué haces aquí? - pregunté curiosa. No me pensaba que le encontraría aquí, en esta cafetería.

- ¿Hum? Yo venía a por un café, pero como te vi aquí pues pasé a  saludarte. - lo observé durante unos instantes como diciendo ¿En serio? Mientras él desviaba la vista al camarero que él había llamado para que le sirviera un café. Pensé por unos segundos que él había venido aquí porque Sara le había contado de que me había desmayado en medio de la clase. Espera... ¿Por qué estaba pensando que él vendría a verme por eso? Miré la ventana de la cafetería. ¿Qué me pasaba a mí cuando estoy cerca de él? Mis preguntas fueron interrumpidas por la voz del chico.- Mi prima me contó que te desmayaste en medio de clase el otro día. ¿Estas bien? - preguntó mientras atrapaba mi mirada oscura de los suyos claros. Me sentí un poco nerviosa que me mirara tanto.

- S-sí. Estoy bien. Solo era un desmayo... - dije mientras miraba ahora la taza casi vacía, intentando no ver sus ojos. Me hacían sentir nerviosa, avergonzada y eso era una mala señal para mi persona.

- ¿Segura? - insistió.

- ¡Sí! Estoy bien. - sentencié ya incomoda. 

Me sentía incomoda de que se preocupara mucho por mi. No era normal que él se preocupara. ¡Solo nos habíamos conocido pocos días! Pero en el fondo, me sentía a gusto de que se preocupara por mí. No había muchas personas que se preocupaban por alguien como yo, mejor dicho ninguna persona se había preocupado tanto como Claudio (a parte de Sara, claro está).

Claudio me miró por unos momentos, como si pudiera entrar en mi mente ahora. Yo no aparté mis ojos de la taza, si le mirara ahora estaría como perdida y además de que intentaba de que el sonrojo que estaba a punto de adornar mis mejillas no saliera. Por suerte, el camarero de antes había llegado con el café, dándome unos segundos en calmarme un poco. Miré ahora la ventana, me fijé en el cielo, estaba nublado y eso no me gustaba. 

- Ashes. - llamó y yo le miré enarcando una de mis cejas mientras le miraba. - ¿Puedo hacerte una pregunta? - le sostuve la mirada. ¿Quería hacerme una pregunta? Yo no dije nada y prosiguió. - ¿Qué pasó en la entrada para que mi prima te llamara y no hicieras caso? 

Lo miré como si él era un marciano o venía de otro planeta. ¿Eso? ¿Eso era lo que me quería preguntar? De repente me sentí molesta, no con él si no con lo que me recordó a mi hermana Ángela. Aparté mi mirada molesta. - No es asunto tuyo. - dije cortante. La voz me tembló un poco de la rabia, me sentía cada vez molesta. ¿Por qué me sentía molesta? Me levanté de mi sitió, caminando asta la cajera y pagar mi pedido, mientras escuchaba la voz de Claudio llamándome. Me dirigí con pasos rápidos asta la salida y salí de la cafetería, siendo perseguida por un confundido Claudio. 

Mierda, mierda, mierda... ¿Por qué me sentía molesta? Esto me frustraba y mucho.

- ¡Ashes!

- ¿¡Qué!? - dije mientras me giraba y le miraba con molestia. ¿Estaba molesta con Claudio? No. Estaba molesta conmigo misma y con Ángela.

- ¿Qué te pasa? De repente te fuiste molesta de la cafetería. ¿Dije algo que te molestara? - pregunto preocupado/confundido Claudio. Yo solo lo miré por unos segundos para luego apartarlo y suspirar. ¿Qué carajos me pasaba?

- Nada. Déjalo. No es culpa tuya solo que...

- ¿Solo qué?

- No quiero hablarlo. ¿Vale? - dije mientras sentía como una gota de lluvia caía en mi nariz. Miré el cielo gris, estaba empezando a llover.

Cludio me miró por unos segundos, pensativo, callado. Y eso se lo agradecía en silencio. Las gotas de lluvia aumentaron, empezando a llover de verdad. Suspiré aliviada, como si la lluvia me llevara cada mal, que me limpiara por completo. Ahora sí miré a Claudio, sus ojos plateados no apartaron su vista de mí, como esperando algo. Yo le sostuve la mirada, como si con ese medio pudiéramos hablar sin mover ni un centímetro la boca. 

- Ven. Mi casa está más cerca. - dijo al final mientras empezaba a caminar en dirección contraria. Yo lo seguí callada, como si una fuerza sobre natural me arrastrara en seguirle. La lluvia seguía su curso, mojándonos, empapándonos asta la médula, en una caminata silenciosa en donde parecía que éramos nosotros dos solos en el planeta.


Llegamos a su casa. No era grande ni pequeña, una común pero que trasmitía un aura acogedor y a la vez familiar. Me encontraba en el salón, tomando un chocolate caliente que él había preparado (le había dicho que no hacía falta, pero no me izo caso alguno). Mi cabello estaba aún mojado (pero era porque me había duchado), llevaba una camisa algo grande, blanca, era de Claudio (me sentía avergonzada por llevar su ropa). También un pantalón de tela gris, me llegaba asta las rodillas (también era de Claudio). 

Me recosté más en el cómodo sofá color blanco del salón, mientras bebía un sorbo de la taza. Claudio se encontraba en el segundo piso, duchándose. Mis ojos oscuros miraban con curiosidad el salón, había muchas estantería con muchos libros. Me levanté y curioseé por allí, dejando la taza en la mesita que había delante del sofá y al otro lado la chimenea, que estaba encendida, dejando el salón escuchar el crepitar del tronco siendo consumido por el fuego. 

Un libro rojo, fije con algunos dibujos dorados me llamó la atención. Lo cogí y lo ojeé, leyendo en voz alta una parte del libro, sobre todo porque estaba en inglés.

- " The smell of blood is still here, all the perfumes of Arabia, will not sweeten this little hand. Oh, Oh, Oh! What a sigh is there! The heart is sorely charged. I would not have such a heart in my bosom for the dignity of the whole body. Well, well, well... Pray it be god, sir. This disease is beyod my practice, yet I have known hose which have walked in their sleep, who have died holily in their beds..."

- Shakespeare.

Paré de leer para mirarle. Su cabello rubio, entre mechones castaños estaba mojado, dejando escapar algunas gotas de agua asta la toalla blanca que tenía colgada alrededor de su cuello. Llevaba una camisa negras, de mangas largas, holgada y uno pantalón blanco de tela que llegaba asta sus tobillos. Yo solo lo miré, la verdad se podía ver lo atractivo que era en ese estado... ¿¡Pero que digo!?

- Es de Sheakeaspere, Macabeth. ¿Los has leído? - dijo mientras sonreía de lado y llevaba la taza de chocolate que tenía aguantada en una de sus manos a su boca y suspiraba a gusto mientras me miraba.

- No. No leí todas las obras de Sheakespeare. - dije mientras me ruborizaba un poco y dejaba el libro en su sitio. - Gracias por dejarme quedar. - murmuré, pero Claudio lo alcanzó a escuchar.

- De nada. Igualmente no iba a dejarte en medio de la lluvia. - confesó mientras se acercaba también en una de las estanterías, cogiendo un libro de ella. Era un libro blanco, en la portada se podía ver el dibujo de un pequeño pueblo mientras en letras negras y gordas se podía ver el título del libro: " Hesse Poems Anthology". Lo que me sorprendió fue que recitaba uno de los poemas de Hesse en voz alta.

- " No! Leave me alone, you impure dream of world of suffering! The dance of tiny insects cradles you in an evening radiance, the bird´s cry cradles you, A breath of wind cools my forehead with consolation, leave me alone, you unendurably old human grief! "

Por unos momentos es como si hubiera olvidado en donde estábamos. La voz de Claudio inundó como el agua de la lluvia que caía fuera de la casa la sala, dejando solo la voz fuerte, varonil pero a la vez suave y armoniosa de Claudio. 

No sabía como, pero estaba acurrucada en el cómodo sofá que minutos antes me había levantado, escuchando la voz de Claudio en la sala, leyendo cada poema de Hesse. Como una niña pequeña que escuchaba la lectura de alguien atenta. Fue lo único que escuchaba antes de caer dormida en su sofá y su voz se alejaba poco a poco.

1 comentario:

  1. Muy buenas, a través de mi blog que he visto que comenzabas a seguirme he dado con tus blog's, espero que no te importe que te siga yo a ti también y te deje un comentario para primero decirte, que me leeré primero todas las partes que has puesto y luego opinaré, no me gusta hacerlo así a bote pronto xD
    Una es rara... Lo que si puedo decirte es que pinta muy bien.

    Si es tu gusto, nos leemos.

    Un Beso. =^.^=

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