viernes, 1 de julio de 2011

Capítulo 4

Oscuro.
Todo estaba oscuro. Por donde andaba por donde miraba, todo estaba sumido a la oscuridad. Daba miedo. Me recordaba cuanto estoy de sola. Aunque cerrara los ojos o los abría, todo estaba oscuro, frío, solo. Lágrimas salían de mis ojos, miedo. Mucho miedo. 
No sé como pero empecé a correr, sin rumbo fijo. Solo correr y correr. 
"¿ Por qué corres ?"
- ¿Por qué corro? - respondí/pregunté a la nada. Eso era, ¿por qué corría?
"¿ Por qué corres ?" de nuevo aquella pregunta.
- Corro... Por... - En serio... ¿Por qué corría? Poco a poco paré de correr y me quedé quieta en el mismo lugar, mirando a la nada.
"¿ Por qué huyes ?" 
Miré arriba. ¿Por qué huyo? - ¿Huir? Yo... - antes de que me diera cuenta, algo o alguien me agarraba con fuerza mi tobillo derecho, fue entonces que grité.
La alarma del reloj digital resonaba por todo el piso, haciendo que abriera los ojos, respirando agitada, sudada. Parpadeé varias veces ¿Qué demonios había sido eso? Cerré de nuevo los ojos, tratando de calmarme por el mal sueño.

- Miau... -el maullido de Yoru me sacó de mis pensamientos. Se recostó de nuevo en mi vientre, parece ser que le gustaba recostarse encima mío. Acaricié al gato ya calmada.

- Solo a sido un mal sueño. No te preocupes... - susurré mientras escuchaba sus ronroneos y las lamidas a mi mano. 

Eso era. Nada más que un sueño.


- ¡Asheeees! - la llamada de Sara desde atrás izo que me parara y mirara. La sonrisa alegre de Sara adornó su rostro - ¡Buenos días! 

- Buenos días - respondí mientras ella se ponía a mi lado y camináramos.

- ¿As dormido bien? - miré a Sara y asentí no muy segura. Ella palmeó mi hombro como diciendo "¿En serio? No preguntaré". Agradecí silenciosa.

 Sara empezó con uno de sus monólogos del día, habían pasado dos días desde que nos hicimos amigas en clase, y por extraño que parezca, parece que ya  éramos amigas desde siempre - Y bueno... después - Sara paró de hablar y miraba al frente callada. Me extrañé y seguí su mirada asta una chica de largos cabellos rubios que hablaba con energía e alegría a Claudio. Estaba de espaldas y no pude reconocerla bien si iba en el mismo curso que nosotras o a la misma que Claudio. Me resultaba bastante familiar...

- ¿Quién es? -pregunté a Sara. Ella me miró y luego a la pareja que estaba delante de la entrada, pero una buena distancia para que no se dieran cuenta que los observábamos. 

- Ella... Se llama Ángela Rivieras. Ella viene desde Italia y estuvo como dos años aquí, es muy popular entre los chicos de todo el instituto, asta que volvió a Italia por asuntos de su abuelo... No me pensaba que volvería tan pronto. ¡Sobre todo hablando con mi primo! - yo ya no la escuchaba. Ángela Rivieras. No podía ser cierto, ¿verdad? Mire de nuevo a la entrada. Cabellos rubios, piel blanca, la misma altura que yo y sobre todo, cuando giró un poco su cabeza pude apreciar los ojos azules de ella. No puede ser ella... ¿Por qué estaba aquí? - ¿Ashes? ¿Estas bien? -me sacudió en el hombro un poco Sara, sacándome de mis pensamientos y mis recuerdos. Yo solo la miré como si hubiera visto un fantasma.

- A-acabo de recordar que la profesora Carmen quedó conmigo ahora en el aula... Nos vemos en clase - antes de que mi amiga protestara ya estaba caminando rápido asta ellos. 

Pasé rápida, ignorando la llamada de Sara y la mirada penetrante plateada de Claudio. Eché una ojeada rápida, encontrándome con la mirada azulina de Ángela. Sentí como si el tiempo pasase lento, como en cámara lenta, como mi hermana me miraba con sus ojos claros a los míos oscuros. Aparté la mirada y entré al instituto, sintiendo al final algunos escalofríos recorrer mi cuerpo y algunos picores en los ojos. Iba a llorar.

Caminé con pasos rápidos asta entrar al edificio, no había muchas personas dentro, aún era algo pronto y no había tocado aún la campana. 

Subí por las escaleras, llegando asta la última planta en donde me llevaría a la azotea. Nadie me había visto subir y eso me aliviaba de alguna forma. No quería que nadie me viera llorar, sobre todo que supieran en donde estaba ahora. 

Abrí la puerta y la cerré cuando salí. Recargué mi espalda a la puerta misma, deslizándome asta quedar sentada en el suelo. Sentía la brisa de la mañana pegar fuerte a mi piel morena, fue entonces que algunas gotas saladas cayeron de mis ojos. Empecé a llorar. Me abracé a mi misma, para luego encogerme y llorar como una niña.

"¿Por qué? ¿Por qué aquí?¿Por qué debe venir aquí? " 

Preguntas se formulaban en mi cabeza. No tenía ninguna respuesta.

¿Por qué lloraba? tapé mi boca con mi mano, tratando de regular mi respiración y que parara de llorar. ¿Por qué lloraba? Inspiré y expiré. Cerré por unos momentos los ojos, eso era. Seguramente ella no me recordaría, éramos muy pequeñas. ¿Por qué llorar? Si ya me dije a mi misma que ya no tenía a nadie a mi lado... Ya olvidé quién eran mis padres, mi hermana, mi nombre, mi vida. Esos recuerdos los enterré en lo profundo de mi mente, olvidados.

- Nada... -susurré mientras miraba el cielo nublado.

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