martes, 28 de junio de 2011

Capítulo 1

Me despertaba entre las sábanas blancas de mi cama. Había pasado dos días desde mi llegada en Ibiza, mi tía como siempre no me llamó, ni le importaba en donde viviera ahora mismo. 

- Miau... - el  pequeño maullido se escuchó por toda la habitación. Miré a mi derecha, un pequeño gato de color negro de grandes ojos amarillos me miraban con cierta alegría al ver que me despertaba. Acaricié su cabeza, no lo había escuchado llegar a la habitación. Un ronroneo al ver que le acariciaba transmitió el pequeño minino. Sonreí.

- ¿Tienes hambre? - pregunté al gato. Este me lamió un dedo, lo tomé como un sí. Dejé de acariciarlo y este saltó de la cama para encaminarse entre el estrecho pasillo del piso asta la cocina. Yo salí de entre las sábanas, sintiendo el ambiente algo fresco haciendo que se erizase mi piel. Las mañanas me encantaban, me daban la tranquilidad total a mi alrededor. Me alcé de puntillas mientras me estiraba, tratando de despertar todos mis músculos adormecidos. 

El suelo estaba frío, pero no me importaba caminar descalza, si estuviera viva mi madre me echaría un gran sermón y a mi hermana no. Cerré los ojos, no debía pensar ahora en eso, el pasado y pasó. Y ahora mismo estamos en el presente, esperando que me depararía el futuro de ahora en adelante. Siempre me había cuidado sola y siempre así será.

Ingresé al fin a la cocina, en donde encontraba al gatito sentado encima de la mesa, yo solo sonreí, Debería darle un nombre al pequeño gato - Veamos... ¿Cómo te podría llamar? -dije mientras buscaba una de las latas de comida de gato en la estantería de abajo mientras pensaba en un nombre para que sería mi nueva mascota - Yoru... -susurré. Vale  ¿Os dais cuenta que Yoru es un nombre en japonés?  Pues sí. Soy fanática al manga, pero no soy un otaku. Como si el gato me entendiese, este me miró con los ojos brillantes- Sí. Te quedaras con ese nombre, Yoru - dije mientras le daba su comida y el gato ondeaba su cola feliz de poder comer y de tener un nombre.

Negué con la cabeza divertida por la actitud del felino, miré que había en la nevera y me encontré solo con un yogur azucarado. Tendría que ir después a comprar.


Las calles de Ibiza estaban repletas de personas, de allí para acá, hablando, esperando, solos. Un caos en el verano, había muchos turistas haciendo fotos, paseando y mirando algunas tiendas para llevarse algún recuerdo de vuelta a su país natal, lo que me molestaba de las ciudades era el ruido. En general todo. 

Suspiré y miré en un escaparate unas cuantas botas de cuero con tacón. Estaba pensando en comprarme una, pero rehusé en comprarme unas. Ya las compraría otro día o puede que nunca. Puse mis auriculares de mi mp3 para escuchar música a todo volumen mientras andaba entre la multitud de gente que pasaba por mi lado en Vara de Rey. Había una gran y larga plaza, en donde la mayoría de la gente pasaba. 

Mi vista me llevó a un escaparate, en ella se podría ver un maniquí con un vestido negro de terciopelo, era sencilla, llevaba adornado en los bordes un lazo plateado. Sin duda hermoso. Uno de mis gusto era por la ropa negra, no me gustaba nada lo muy colorido ni llamativo. Me incomodaba. Pude ver mi reflejo detrás del maniquí.

Mi pelo corto azabache en diferentes escalas casi llegar a la altura de los hombros, mi piel sigue siendo más morena, mis labios gruesos rosadas. No era muy alta, era más o menos delgada, pero no tanto como las chicas de hoy en día que estaban súper delgadísimas. Mis orejas pequeñas, la derecha llevaba tres perforaciones y la izquierda dos, dejando ver los tres pendientes de color esmeralda (la derecha) y las dos de color rubí (la izquierda). Llevaba unos shorts vaqueros de color negro, una camisa holgada sin mangas de color blanco y encima un blazer de color negro con un broche plateado parecido a una hiedra que estaba enganchado al blazer a la altura de mi pecho derecho. Me di cuenta hace mucho tiempo de que ya no era la niña de antes, ahora era yo. Ashes, una adolescente de dieciséis años. Que no tenía padres, ni hermanos. Solo yo.

Desvié mi vista y continué con mi camino, escuchando ahora una de mis canciones favoritas de Envansence, Bring me to Life. Puse a todo volumen la canción, susurrando el coro mientras caminaba entre las personas. 


- ¡Juan! ¡Juan! - una madre buscaba entre la multitud de las personas a su hijo. Ya no tenía los auriculares puestos y podía escuchar con claridad la voz desesperada de la mujer que buscaba a su único hijo. Intenté reprimir los sentimientos de celos que me invadían por todo mi cuerpo, apretando fuertemente los puños. Mis ojos negros divisaron al niño en medio de la carretera. ¿Cómo llegó allí? 

- Pobre niño... ¿Qué madre descuidada deja a su niño allí?
- Espero que no le atropellen...
- No me gustaría estar en su pellejo.
Me llevé las manos a la cabeza. ¿Qué eran esas voces? ¿Era yo la única que las escuchaba? Con dificultad, pude ver al niño sentado en el asfalto. Un coche pasaba rápido dirigiéndose a él, iba a atropellarlo. Sin darme cuenta, empece a correr, empujando a la gente que tenía en mi camino para llegar donde estaba el pequeño. Llegué a tiempo asta él, mientras lo abrazaba y lo protegía con mi cuerpo del choque contra el coche. Todo pasó muy rápido, escuché el derrapar del coche, los gritos de la gente. Mantenía los ojos bien cerrados aún abrazando al niño que lloraba a mares.

- ¿Estas bien?

Una voz masculina llegó cerca de mi oreja derecha. Abrí lentamente los ojos, mi olfato captó el olor a rosas. Miré al chico, lo primero que me fijé fueron sus ojos plateados con algunos destellos azulinos. Me había quedado por unos momentos hipnotizada por esos ojos, pero al sentir de nuevo el llanto del niño me izo volver a la realidad.

- S-sí... -tartamudeé. Él suspiró aliviado mientras desasía el abrazo que mantenía alrededor de mí y del niño para protegernos. Observé de nuevo al niño mientras me sentaba y me apartaba del chico -Shhh... Tranquilo... Ya pasó...-dije mientras abrazaba más al niño y sentía sus bracitos alrededor de mi cuello aún llorando por el susto. Se había llevado un buen susto - Oye, gracias por... - pero mis palabras murieron al ver que ya no estaba ese chico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario