martes, 28 de junio de 2011

Capítulo 2

Miraba el techo blanco de la habitación, toqué la herida de mi frente. Llevaba tres puntos, aunque fuera una herida pequeña me tuvieron que hacerlo. Suspiré, al menos no se veía debajo de mi flequillo.

Llevaba dos horas despierta y no podía dormir de nuevo. Dos malditas horas mirando el techo y pensando en aquel accidente, en el chico que me salvó al tratar de salvar a un niño de ser atropellado. Sin duda era un misterio. El ruido del maldito despertador me izo volver a la realidad. Otro día más y hoy empezaba mis clases.

- Mierda... -susurré bajito mientras me levantaba de la cama.


En una aula. Mucho ruido. ¿En dónde me había metido yo?

Me había metido en un gallinero. Nadie estaba quieto, sobre todo nada estaba en silencio. Todos hablaban, gritaban, tiraban bolas de papel por todos lados... Insoportable. Y sobre todo el profesor llegaba tarde. ¿Qué me tocaba? ¡Ah! Castellano... Vaya profesor que tenían estos. Llegar tarde el primer día de la semana. Suspiré, apoyando mi barbilla encima de la palma de mi mano mientras miraba el cielo por la ventana. Azul. Como le hubiera gustado no asistir a clase, ¡y podía haber no ido! Pero mis estudios eran lo primero para tener un trabajo y poder ser libre. 

Y otra vez maldecía mi vida.


Los tres horas de la mañana las había pasado aburridas. Recordaba muy bien aquellos temas, mientras vivía con su querida abuela, le había enseñado muchas cosas del colegio. En realidad quería que yo me quedara a su lado y yo vivía a gusto con ella y sus enseñanzas como mi tutora. Añoraba esos día la verdad. Cuando tocó el timbre del receso, salí directamente a la puerta del aula metiéndome de lleno entre la multitud de los alumnos que pasaban por los pasillos. Ignorando las miradas curiosas a mi persona. Quería salir de allí y punto. Respirar aire libre, ver algo verde. 

Aire. Fue lo primero en que pensé al sentarme debajo de un árbol, como siempre. Sola. Y eso me tranquilizaba, suspiré ya tranquila, me sentía enjaulada en esa clase de locos. Pero debía aguantar lo que quedaba de curso. Saqué una manzana de mi mochila gris con rayas blancas y azules. La limpié con la manga de mi camisa azul y la mordisqueé, disfrutando de su sabor agridulce que me producía en mi paladar. 

- Manzana... Buena elección. 

Me alarmé al sentir la voz masculina de un chico que estaba a mi lado. No le noté. Giré mi rostro para quedar viendo de nuevo aquellos ojos plateados que para mi mala suerte no se quitaban de mi cabeza.

- T-tú... -intenté articular alguna palabra, pero solo me salía el "tú".

- ¿Yo qué? -dijo mientras se sentaba a mi lado y quitaba mi manzana de mi mano. Reaccioné.

- ¡Eh! Eso es mío...-me quejé, pero las palabras se murieron en mi boca al ver que mordía la manzana donde hace unos segundos mordía yo. Me sonrojé al ver como mordía la manzana. ¡Ni que estuviera besándome! Bueno... no directamente. ¡Tampoco indirectamente! - Agh... D-déjalo, quédatelo ya - dije mientras me levantaba, pero sentí el agarre alrededor de mi muñeca.- ¿Qué? -dije cortante mientras lo miraba, intentando que no me saliera el sonrojo.

- ¿Ya te vas? Pero si aún no a acabado el descanso...- dijo mientras me miraba con aquellos ojos penetrantes para que me quedara. Me lo pensé/dudé en sentarme a su lado, al final me resigne a tanta insistencia con su mirada. Me senté mientras suspiraba y abrazaba mis piernas. Me sentía nerviosa a su lado, y no sabía porque... - ¿Te han echo puntos? -dijo mientras apartaba un poco mi flequillo de mi frente. Yo me aparté por instinto al ver que su mano quitaba mi flequillo de lado.

- Sí. Y... Gracias - agradecí mientras trataba de ocultar mi poco sonrojo que tenía.

- ¿Por qué me lo agradeces?

- Por... salvarme a mí y al niño del atropellamiento...- fruncí el ceño. No era yo muy de agradecer, me había costado horrores en agradecerle.

- Nah... Igualmente tú as echo lo mismo que yo al salvar al niño -dijo mientras mordisqueaba la manzana- Por cierto... Me llamo Claudio -dijo mientras extendía la mano para que yo la estrechara.

- Ashes. -dije mientras se la estrechaba y le soltaba rápidamente ante el contacto de nuestras pieles, la piel se me erizó, doy gracias a que no se notara por mi tono oscuro de mi piel.

- ¿Ceniza? -preguntó curioso.

Yo solo asentí - No preguntes. - Claudio se calló y asintió, no preguntó más y siguió mordisqueando ya la delgada manzana. Yo solo observaba las piedras que había debajo nuestro.

- ¿En que clase vas? - pregunté para romper el silencio. El silencio era una de las cosas que más me tranquilizaban, pero esta vez era diferente. Claudio rompía todos mis esquemas, solo con su presencia. 

- Mhh... ¿Segundo de Bachiller? -dijo entre divertido y con un toque misterioso. Yo puse los ojos en blanco, lo miré de arriba a bajo. No parecía ser uno de bachiller - Adivino... Estas pensando que no aparento que voy a Bachiller, ¿verdad? - sonrió.

- ¡No, no lo pareces! Me pensaba que tenías mi edad...

- Pues... Lo siento. No voy al mismo año que tú - se encogió de hombros mientras llevaba una de sus manos a su nuca y sonreía nervioso. Yo solo bufé y me levanté mirando al frente.

- Pues vaya cosa... -rodé los ojos mientras lo miraba desde arriba y ¿sonreía? - Me voy, ciao Claudio - cogí mi mochila y empecé a andar sin mirar atrás, el timbre dio final al descanso. Aunque en mi rostro aún seguía plasmada mi sonrisa.

2 comentarios:

  1. wowwww me encantaa!! Quiero saber cómo continúa y Claudio que mono <33 mordiendo la manzana e.e
    Te sigo!
    Besos, Elenna

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  2. Es verdad que al imaginarlo Claudio está muy sexy comiéndose la manzana jeje
    Tengo ganas de saber cómo sigue :)

    Saludoos

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